De la región específica de San Pedro Atocpan podemos decir que es una de las más atractivas del sur de la Cuenca de México, pues resulta especialmente notable para el estudio de lo que se ha dado en llamar “Paisaje Cultural”, “Paisaje Sagrado” y “Sistemas de agricultura intensiva”. El primer concepto refiere un escenario natural modificado y adaptado por el ser humano como un intento efectivo de enfrentar y resolver sus necesidades, tanto de asentamiento, como de aprovechamiento de suelos y aguas para la agricultura, es decir, involucra los problemas de vida cotidiana, de vivienda y sustento; el segundo, como un paisaje integrado a un universo divinizado, en donde las montañas, las peñas, las cuevas y las vertientes de agua no son sino una reproducción del propio cosmos, por lo que cobran un sentido mágico y sagrado y por ello, es necesario interactuar con ellas, con la finalidad de venerarlas, para participar, de algún modo, en los ciclos de vida-muerte-renacimiento y por el bien.

Se trata de un vasto sitio emplazado sobre la prolongada ladera sur del volcán Teuhtli, importante y destacado elemento de la geografía sagrada regional. El sitio está íntimamente interrelacionado con su medio ambiente, desde su posición misma, ocupando una vasta plataforma natural formada por un extenso derrame lávico; las pendientes fueron resueltas con la construcción de muros de contención y terrazas escalonadas sobre las que se levantan monumentos cívicos y religiosos, plazas, patios, calzadas y andenes, pero que también sirvieron para evitar la erosión del suelo y para conducir el agua y aprovecharla en la agricultura que fue desarrollada de forma intensiva en las terrazas, de tal forma que la vida social, religiosa, política y económica se ve amalgamada a lo largo y ancho del espacio.

Lo que sorprende de esta arquitectura, es la buena manufactura, pues a pesar del paso del tiempo y del abandono, las estructuras construidas con esta técnica aún se mantienen en un relativo buen estado de conservación. Es una práctica milenaria presente en numerosas regiones del mundo y que por ello ha sido recientemente declarada por la UNESCO como patrimonio cultural intangible. Esta arquitectura no sólo es parte de una herencia cultural ancestral; sino que, también ayuda a contener la erosión y darle cauce al agua de la lluvia que desciende por las pendientes de los cerros. Por esta razón, es muy importante protegerla para conservarla. Arqueóloga Erika Morales Para saber más, consulta nuestras Publicaciones.

Desde entonces se han invitado a colaborar a diversos arqueólogos como Rosalba Nieto y Rafael Zimbrón quiénes ya habían realizado trabajos en la zona. En el 2020 gracias al equipo que conforma el Arqueólogo Luis Alberto Martos López fue posible una primera temporada de campo para la investigación del pueblo mesoamericano de Tizacalco, integrando diferentes áreas de investigación: como a las ciencias de la tierra, la arquitectura, la biología y desde luego la arqueología, con la participación de los arqueólogos, Erika Morales Vigil, Rosalba Nieto, Luis Alberto Guerreom Juan Rafael Zimbrón Romero, los arquitectos Oscar Reyes Sánchez y Raquel Mancera y al Biólogo y especialista en suelos Héctor Celedón.